De nuevo, otra agresión a un Agente Forestal, en este caso un Agente del Medio Natural de Extremadura. Ya son demasiadas. Ni siquiera sería admisible una.
Todo nuestro apoyo al compañero extremeño. Desde su plano de visión individual debe resultar horrible observar como te atacan con una navaja a traición por cumplir y ejercer con tu trabajo. La inseguridad que te crea tal acción sumada a la que venimos acarreando ya desde hace tanto tiempo. El daño moral que penetra hasta tan dentro y que no remite porque observas que nada se hace para corregirlo o reducirlo.
No existe justificación alguna para hecho tan lamentable. El trabajo del Agente Forestal conlleva riesgos, es evidente, el ejercicio de la coerción es inherente a nuestras funciones pero esos riesgos deben limitarse al máximo de lo posible y hoy esto no está ocurriendo.
En este caso, ni siquiera era él quien había denunciado al agresor. Y no siendo éste un hecho diferencial del caso, si es importante recalcarlo para hacer encender nuestra conciencia colectiva. Todos somos uno, no estamos exentos de peligro en ningún momento ni en ningún caso. Cada uno de nosotros representa a los demás en cada una de las acciones que hace.
Nuestro uniforme, nuestro vehículo, no son sino extensiones de nuestras potestades y nuestras funciones. Por eso en esta profesión todo es importante y redunda en completarla.
Desde ese punto de vista colectivo es desde el que se puede luchar contra las agresiones y amenazas. Por supuesto con el cariño y apoyo posteriores pero, sobretodo, con una predisposición anterior clara y contundente que posibilite la reducción y, ojalá, erradicación de tales hechos.
Es evidente que estas agresiones se realizan como respuesta incivilizada al ejercicio de las funciones policiales básicas de los Agentes Forestales. Y ante ellas no cabe cambiar la profesión o dejar de ejercerla. Todo lo contrario. Ni se puede, ni se debe, ni serviría hacerlo.
Las soluciones son evidentes por mucho que exista resistencia a su aplicación y pasan por el ejercicio responsable de la actividad administrativa de aquellos que la ostentan.
En el siglo XXI no pueden existir colectivos policiales sin organización alguna, sin estructura policial. Sus potestades deben ser claras y suficientes, sus funciones deben ser ejercidas con medios adecuados. El ciudadano debe conocer y respetar a esos medios policiales y debe exigir que cumplan y ejerzan sus funciones correctamente.
Los Agentes Forestales deben entender, por su parte, lo que son y representan y deben exigir en consecuencia. Hoy es mayo del 2016. Ejercemos diariamente funciones delicadas que no están suficientemente protegidas. Nuestra exposición a las agresiones viene creciendo y los medios y mecanismos de defensa apenas existen.
AEAFMA afronta asunto tan grave desde dos perspectivas absolutamente convergentes y busca soluciones en ambas. Desde la Administración Estatal y desde la Administración en la que presta servicio el Agente Forestal. Las dos deben implicarse y generar un contexto jurídico y administrativo sensato y lógico para una profesión que lo demanda y que hoy en día se demuestra necesaria.
Os hemos venido informando del cauce de negociación abierto con el Ministerio del Interior y de las demandas y reivindicaciones que les hemos hecho llegar. Esperamos que se conforme el Gobierno de la nación para hacerle llegar las pretensiones que un colectivo como el nuestro demanda y que ya se han hecho llegar a la mayoría de partidos políticos.
Las Asociaciones federadas deberán hacer lo propio en las Comunidades o municipios de origen y cuentan con el apoyo incondicional de AEAFMA.
Se trata, en fin, de poner al día la policía medioambiental de este país, aquella que viene ejerciendo como tal desde hace muchos años pero que hoy, con tantos cambios en el medio natural y en el medio ambiente en general, con tantos ciudadanos que lo usan, no ha sido aún administrada como merece.
Extremadura representa en Europa el paradigma de Comunidad medioambiental. Luce con orgullo activos medioambientales que nadie posee y los ofrece como representación clara de la región. Sin embargo mantiene a sus Agentes del Medio Natural en niveles de organización precarios, sin medios adecuados, y sin representación institucional acorde al ejercicio y defensa de bien tan preciado.
Frente a cada agresión, a cada amenaza o en el mero ejercicio de nuestra profesión, reclamamos:
- Una regulación jurídica estatal básica para los Agentes Forestales y Medioambientales.
- Una regulación normativa semejante al resto de policías españolas respecto al uso de los medios acordes con el desempeño policial.
- Formación adecuada.
- Campañas de divulgación del colectivo de Agentes Forestales y Medioambientales propias y anejas a otras relacionadas con el medio ambiente.
- Cuerpos de Agentes Forestales y Medioambientales estructurados por Ley en las Comunidades Autónomas.
Las agresiones son un síntoma evidente de la desproporcionalidad existente entre el ejercicio de nuestras funciones y los medios para llevarlas a efecto. Respecto a nuestras funciones, estamos orgullosos de ejercerlas pero es ya el momento de hacerlo con los medios necesarios (regulación jurídica y normativa, uniformidad, vehículos, formación y medios de defensa).
Un fuerte abrazo, compañero.
AEAFMA