Fuente: ZoomNews
En el último año, la Guardia Civil ha decomisado cientos de kilos de níscalos recogidos ilegalmente por cuadrillas de rumanos
Aunque no tienen licencia para comercializarlos, estas redes están consiguiendo la distribución de este producto a gran escala
Desde el comienzo de la temporada de setas, tanto las fuerzas de seguridad como los Agentes Forestales tienen un nuevo quebradero de cabeza: las mafias de recolectores ilegales. En las últimas semanas, la Guardia Civil ha denunciado a unas cien personas que organizadas en “en forma de guerrilla y de manera ilegal” recogen cientos de kilos de níscalos para venderlos de forma fraudulenta.
Una de las operaciones más importantes tuvo lugar la pasada semana en la localidad soriana de Calatañazor. Un centenar de ciudadanos de origen rumano acamparon ilegalmente en este municipio mientras desarrollaban una recogida masiva de setas que fue descubierta por la Guardia Civil: los agentes del SEPRONA se incautaron de más de una tonelada de níscalos.
Según la Guardia Civil, también hay ciudadanos españoles que se lucran del negocio ilegal de la venta de níscalos
Esta intervención en los montes sorianos, una de las zonas más afectadas por estas cuadrillas de rumanos, no ha sido la única por parte de las autoridades. De hecho, casi todas las semanas salen a la luz operaciones de la Guardia Civil en las que se decomisan cientos de kilos de níscalos. También la pasada semana, unos quince conductores fueron denunciados por la Benemérita en Guadalajara tras comprobar que transportaban 810 kilos de setas en 182 cajas. En Burgos sucedió algo parecido. Las fuerzas de seguridad se incautaron de 1.400 kilogramos de níscalos recogidos ilegalmente cuando varios individuos cargaban varias cajas a una furgoneta que se encontraba estacionada en una de las áreas de descanso de la A-62.
¿Cómo operan estos grupos?
Fuentes del SEPRONA consultadas por ZoomNews advierten que aunque suelen estar formados por personas de origen rumano, “también hay ciudadanos españoles” que participan en el negocio ilegal de los níscalos. “Son bandas organizadas en las que suele haber un encargado de cuadrilla. Este responsable, muchas veces, ejerce como conductor de las furgonetas dejando a cada uno de los miembros en los accesos al monte. Al anochecer, entre las 18.00 y las 19.00 pasa a recogerles de nuevo con toda su recolección. Es en ese momento cuando solemos pillarles”, afirma un veterano agente con más de quince años de experiencia en el Servicio de Protección contra la naturaleza.
Desde la Asociación Española de Agentes Forestales y Medioambientales (AEAFMA) advierten que el modus operandi de estas redes ilegales hace un daño “incalculable” en el ecosistema. Además de arrasar el monte llevándose toneladas de setas, “utilizan rastrillos para arrancar los níscalos, un mecanismo que está totalmente prohibido por la legislación”. “Otro de los principales problemas de estas redes es la cantidad de basura que dejan en el monte, así como la excesiva masificación de estas zonas”, declara a este periódico un portavoz de esta asociación.
Una vez extraídos los níscalos del monte, el siguiente paso que adoptan estas mafias es su comercialización fraudulenta. Muchas veces, los canales de distribución se realizan en los grandes centros agroalimentarios como Mercamadrid, Mercavalencia y sobre todo Mercabarna, en la ciudad codal. Empresarios sin escrúpulos, sobre todo de Madrid y Barcelona, son los encargados de realizar esta compra a un precio mucho más bajo de lo normal.
Las zonas más problemáticas de España
Las provincias de Soria, Palencia, Burgos, Guadalajara y Cuenca son algunas de las más afectadas por las actuaciones en masa de estas cuadrillas de rumanos. No solo el medio ambiente y el ecosistema se ven afectados por sus actuaciones sino que también afecta a las personas que comercian legalmente con la recogida de níscalos y al turismo micológico. Aunque no hay datos oficiales sobre los kilos de setas decomisados en el último año, las autoridades ya reconocen seriamente que el problema es serio. Para Álvaro Picardo, coordinador de micología de la Junta de Castilla y León, “la sensación que todos tenemos es que hay un incremento de esta recogida masiva que responde a la realidad del país, a la crisis económica y a la falta de recursos de la población inmigrante”. “Sinceramente no esperábamos que se fuera a producir un incremento de esta actividad ilegal, que viene dada fruto de la necesidad. Estas recogidas de níscalos afectan al ecosistema porque se realizan de cualquier manera, la gestión comercial se hace con dinero negro, se roba a los propietarios del monte y a las empresas y también afecta negativamente al turismo”, afirma.
Un problema de orden público
El tráfico ilegal de setas también tiene una derivada relacionada con el orden público. Desde hace unos meses la Guardia Civil ve con preocupación cómo se van constituyendo poco a poco asentamientos ilegales de rumanos en zonas próximas a la recogida de níscalos. De hecho, es habitual ver en las cunetas de muchas carreteras a personas vendiendo estas setas recién recogidas, situación que ha provocado, en ocasiones, incidentes con las autoridades.
La tradición familiar de salir al monte a recoger níscalos está empezando a verse afectada por estas redes. José Luis García, de la Asociación Micológica Conquense, es uno de esos españoles que solía salir al campo los fines de semana para recoger setas junto a su familia y amigos. Desde hace unos meses se le quitan las ganas de hacerlo. “Es una verdadera plaga. Estas cuadrillas están causando verdaderos destrozos con una recolección abusiva y sin control. Estos personas pisotean y rastrillan zonas muy extensas de terreno actuando en guerrilla. Al aficionado no le queda más remedio que agachar la cabeza”, asegura.