Para quien no esté familiarizado con el corzo (Capreolus capreolus) más allá del conocimiento culinario, se trata de uno de los trofeos de caza más demandados, entre otras cosas porque su carne es una de las más apreciadas, según “Cazawonke- Diario de la caza del SXXI” explican que: “Es importante y necesaria, cuando se abate el animal, una actuación rápida por parte del cazador, pues uno de los factores que marcan la calidad de la carne de corzo, y otras especies de caza mayor, es el tiempo que transcurre desde su muerte hasta el momento que se eviscera y refrigera, ya que, cuanto menos tiempo pase, más propiedades y calidad acumulará la res.” Quizás esta rapidez y su valor sean unos de los motivos que lleven a muchos a infringir las leyes año tras año a pesar de la normativa y de los esfuerzos por controlar esta actividad.
Alrededor de este mamífero se concentran durante esta época del año numerosas noticias, informaciones y campañas. Desde la Asociación del Corzo Español fomentan el consumo de su carne o el proyecto corcino, en el que se trata de concienciar a la gente de que una cría sola no debe tocarse ni ser trasladada.
A través de una breve búsqueda en Internet vemos que el precio medio por cazar un ejemplar ronda los 400€, en ocasiones a esta cifra hay que sumar los honorarios de un guía, comida, alojamiento, etc. Lo que en realidad ocurre después, es que la especulación, la reventa hace que la cifra llegue a multiplicarse por 3 y por 4 en algunas ocasiones.
Para conocer más sobre la caza del corzo y su entorno hablamos con Javier, Agente Medioambiental. En primer lugar nos explica que se puede cazar macho o hembra respetando el celo y el ciclo reproductivo. Su labor trata de controlar la actividad cinegética requiriendo a los cazadores para su comprobación la documentación, las armas, confirmar si los terrenos autorizados cumplen con la normativa y si se utilizan los medios de caza permitidos.
¿Cuál es la importancia del corzo? “Hay muchos corzos, pero es algo muy preciado. Se puede llegar a pagar 1000€ por cazar un corzo. Buscan corzos raros y valen mucho dinero. Aunque existan unas normas hay quien intenta cazar más de los que se pueden y hay que luchar contra ello. También se denuncia a los extranjeros que vienen aunque principalmente se trata de un turismo interior, de personas que viajan para lograr un trofeo determinado”
En numerosas noticias encontramos una fórmula común “Fueron interceptadas varias piezas de caza sin precintar o mal precintadas”. Existen unos planes cinegéticos que establecen el número máximo de ejemplares a abatir en un terreno determinado y el precinto que hay que poner al trofeo de caza es el que garantiza que se cumpla el cupo máximo. He aquí cuando cobra sentido el refrán que dice “hecha la ley, hecha la trampa”, ya que a pesar de que estos precintos los da la Junta, la picaresca y los trucos son múltiples. El precinto debe colocarse en la oreja si es hembra o en el cuerno en caso de ser macho. Además hay que realizar unas muescas con una navaja. En cuanto está mal puesto es fácil de detectar según Javier, ya que “tiene que estar bien puesto, que no esté suelto (hay quien lo deja suelto para utilizarlo para varios ejemplares)”.
¿Qué hacéis si os encontráis con un precinto sospechoso? “En primer lugar se pide la documentación y se revisa. En segundo lugar se pide la autorización para el coto donde lo ha cazado. En tercer lugar, en caso de infracción, se requisará el precinto y el corzo. Los medos también quedan requisados, rifle, linterna…todo lo utilizado”.
El trofeo queda a disposición de la Instrucción del expediente sancionador. Se devuelve en ocasiones, en otras se destruye. En cambio el arma queda decomisada por los Agentes Medioambientales y en depósito en la intervención de armas correspondiente. La intervención de armas funciona de lunes a viernes en horarios de oficina. En caso de decomisar un arma en fin de semana tal y como la ley les obliga en el ejercicio de sus funciones, tendrían que esperar hasta el lunes para realizar su depósito, lo que hacen, es llamar a una patrulla de la Guardia Civil que ha de hacerse cargo del arma.
Para realizar el control de la actividad cinegética el Agente explica que van en pareja. Se han organizado entre ellos para ir acompañados, pero al comenzar el servicio, temprano por la mañana aún sin compañero existe la posibilidad de encontrarse con un cazador. El peligro puede aparecer en cualquier momento.
En cuanto a las medidas de seguridad de alguien que debe tratar con personas armadas nos cuenta que el uniforme es el habitual aunque se han comprado con su dinero unos guantes anticorte, que les pueden salvar de cortes en las manos ante un ataque con arma blanca. Además se han hecho a través de la asociación profesional un chaleco reflectante y tan solo cuentan con el vehículo como elemento de seguridad.
¿Te sientes seguro en tu trabajo? “No, es la verdad”. Y añade: “En general la mayoría de la gente (cazadores) es bastante considerada y respetuosa pero no quita el miedo. A 5 Km tienes el pueblo más cercano, estás en el medio de la nada. La cobertura de la emisora es pésima y te encuentras en un terreno accidentado. Ir solo es un riesgo”.
Entonces, además del uniforme y los guantes, ¿Llevas algún tipo de elemento disuasorio o algún tipo de arma con la que poder defenderte llegado el caso? “No, y no recibimos ningún tipo de formación en defensa personal”.
Por lo que vemos cazar un corzo no resulta demasiado complicado. En cambio, quienes deben proteger esta especie y controlar la actividad cinegética están tardando demasiado tiempo en conseguir unos mínimos que garanticen su seguridad, ya que trabajan desarmados y desprotegidos en un entorno que puede convertirse en hostil en cuestión de segundos.