Ha pasado más de un año desde que saltaron las alarmas cuando Galicia ardió y los medios de comunicación se llenaron de imágenes de fuego y de elucubraciones sobre el origen de los incendios. Para esclarecer dicho origen es imprescindible la investigación de la que se encargan los Axentes Facultativos Medioambientais e Axentes Forestais. Hablamos con dos Axentes que nos cuentan sus impresiones sobre la situación del colectivo.
Durante todo el año los Axentes trabajan para preservar el medio ambiente, lo que se traduce en labores de prevención de incendios, en control de vertidos, en preservación de flora y fauna y persecución de delitos contra el medio ambiente. Las funciones que llevan a cabo llenan una larga lista, casi equiparable a la de las carencias que reclaman para poder ejercer con dignidad su profesión.
Cuando el fuego se lleva por delante hectáreas de masa arbolada y amenaza de manera directa a la integridad de los ciudadanos los medios de comunicación se llenan de titulares y de fotografías espectaculares en las que se retrata la destrucción que provocan las llamas, dando protagonismo a los que deben hacer frente al fuego. El año pasado cuatro personas fallecieron como consecuencia de los incendios: dos mujeres en Chandebrito, un hombre en Vigo y otro en Carballeda de Avia. Alberto Núñez Feijóo, Presidente de la Xunta de Galicia, calificó lo ocurrido como “terrorismo incendiario” al achacar a un plan organizado los 200 fuegos simultáneos que se cobraron miles de hectáreas. Pero la Fiscalía desmontó finalmente el mito que hablaba de una red organizada que quería ver Galicia arder y que se propagó rápidamente por redes sociales. De ello nos habla Carlos Sanmiguel, Axente con casi 20 años de antigüedad en el cuerpo y director de extinción, representante de UGT:
“De hecho, puede resultar difícil de creer pero se juntaron condiciones atmosféricas horribles junto con otros factores que hicieron que la desgracia se hiciera paso en forma de llamas”. Aquella fatídica noche, añade: “el sistema colapsó, el 112 dejó de atender llamadas. Las hojas de eucalipto se convirtieron en pavesas que salieron volando y que aparecieron incluso en patios de luces de viviendas y contribuyeron a que el fuego entrase en la ciudad, como sucedió en Vigo”.
Un sumatorio de factores hicieron posible lo que todos temían; una rápida propagación y que el fuego llegase hasta el interior de ciudades como Vigo: Temperaturas, vientos, todo hizo posible que la propagación resultase tan “grave”.
Pero, un año después, todavía son visibles los daños en gran parte de los terrenos quemados: “de momento sólo se ha llevado a cabo una acción paliativa, los inicios de los proyectos de recuperación, pero aún no han comenzado. Sólo se ha llevado a cabo la extracción de la madera quemada por una cuestión de salud, para evitar la propagación de enfermedades”. Son casi 50.000 las hectáreas afectadas. “Va lento, entre otras cosas por tratarse de una gran superficie, por falta de medios económicos /presupuesto y por el eterno problema de la propiedad privada”.
Ante la pregunta de si ha servido de lección o se ha modificado la ley en cuanto a prevención o se han aumentado los medios, la respuesta es sí. Ha habido cambios, ¿pero, son suficientes? Por ejemplo, del año pasado a éste se han cambiado las distancias como medidas de seguridad cerca de las viviendas: Discontinuidades y cortafuegos naturales. La ley de prevención de incendios establece una franja de protección de 50 metros en torno a núcleos poblados. A menos de 15 metros de las casas no puede haber plantaciones de árboles ni maleza. Entre los 15 y los 50 metros solo puede haber frondosas caducifolias y separadas siete metros entre sí. Eucaliptos, pinos y acacias tienen que estar más allá de esos 50 metros. Ríos, tendidos eléctricos, carreteras, autopistas, pistas forestales o vías de tren también tienen distancias mínimas.
Pero según José Ramón Fernández Folgueiras, Presidente de APRAFOGA, Axente desde el 2001: “Los incendios ocurridos hace un año fueron de gran envergadura dadas las condiciones atmosféricas que se dieron y si se volvieran a dar esas circunstancias creo que volvería a ocurrir lo mismo ya que no se tomaron grandes medidas y sigue habiendo un continuismo”.
Una de las labores de los Axentes es la de cuidar esas distancias a través de denuncias. Pero hablar de Axentes en general puede inducir a error ya que, en Galicia, están divididos en dos consellerías la de Medio Rural y la de Medio Ambiente, Territorio e Vivenda habiendo aproximadamente unas 540 plazas de las cuales funcionarios de carrera son unos 480 (320 están en la Consellería de Medio Rural y 160 en la Consellería de Medio Ambiente), cifras aproximadas. Los Axentes pertenecientes a la Consellería de Medio rural se dedican a la gestión de montes, dirección e investigación de los incendios forestales,… mientras que los que realizan su actividad en la Consellería de Medio Ambiente se dedican al control de la actividad cinegética, piscícola, espacios naturales,...
Pero no hay suficiente personal. Ni para la prevención, ni para la investigación, ni para el resto de funciones que tienen en su deber como trabajadores: “Si hay unos 19 distritos, hay unos 2 o 3 Axentes por distrito que se dedican a las BIIF (Brigadas de Investigación de Incendios Forestales), pero de una manera irregular, por vocación, interés, porque sí…En la práctica no hay más de 20 y no tienen reconocimiento. La administración ha dado cursos pero no hay reconocimiento laboral”. Eso sí, “Donde hay investigación hecha por los Agentes Forestales hay resultados”.
De hecho, este año, Amadeo Ferreiro, miembro de la brigada del Distrto XII de la zona Miño-Arnoia, denunciaba la falta de personal y de medios de las BIIF en la comisión sobre incendios del Parlamento gallego. Pidió una plantilla de agentes forestales dedicados a la investigación, con formación y medios suficientes.
Pero si hablamos de medios, sólo cuentan con 36 vehículos completamente equipados. Aún cuentan con coches con 600.000 km y algunos quedan con más de 20 años, “pero con 18 son bastante comunes”. Por eso, si preguntamos por las nuevas tecnologías aplicadas a incendios forestales, como el uso de drones, parece que aún falta por mejorar los medios más básicos. Han mejorado la comunicación por teléfono y cada Axente tiene una Tablet. Pero siguen sin llevar chalecos ni guantes de protección; medidas de seguridad que en otras comunidades se han señalado como fundamentales para evitar riesgos en el trabajo.
Para hablar de seguridad contamos con el testimonio de José Ramón Fernández, quien destaca la situación precaria en la que se encuentran: “no contamos con medios de seguridad (armas, chalecos antibalas, guantes anticorte,...) y la mayoría de los AAMM trabaja en solitario. Sólo trabajan en pareja los AAMM de Medio Ambiente y no todos. En lo que se refiere a agresiones desconocemos el número de ellas que se puede estar dando en Galicia pero tenemos ejemplos de coches incendiados, golpes con remos, amenazas con un hacha y una compañera que dejaron inconsciente de un golpe unos presuntos furtivos, además de momentos tensos que se viven en la extinción de incendios con los propietarios de algunos montes”.
Para la protección de los Axentes, en otras comunidades autónomas se ha llegado a solicitar el apoyo de otros cuerpos de seguridad, para campañas concretas, y en el caso de Galicia en cuanto la relación laboral con otros cuerpos, los AAMM de Medio Rural trabajan con personal del SPDCIF y los de la BIIF también lo hacen con la Guardia Civil y Policía Nacional Adscrita. Los AAMM de Medio Ambiente trabajan con personal de la conselleira como técnicos y vigilantes de recursos naturales, también lo hacen con la Guardia Civil y en menor medida con la Policía Nacional Adscrita.
El olvido y las deficiencias también hacen que el colectivo aparezca en los medios
Durante este verano pudimos ver a los Axentes en huelga. “Folga con sentidiño” en plena “temporada alta” de incendios forestales. Una huelga que tuvo un alto seguimiento sin que descuidasen sus labores ni los servicios mínimos y que llevaron a cabo ante el hartazgo del colectivo por el trato recibido por la administración gallega.
Según Carlos Sanmiguel la huelga finalizó con el logro de algunas mejoras pero no se cumplieron todas las peticiones, ya que como apunta José Ramón, en referencia al trato recibido por parte de la administración “aún nos queda mucho por mejorar ya que no sentimos que tengamos su apoyo y reconocimiento, que muchas veces se lo atribuyen a otros cuerpos y a los AAMM se nos oculta dando como resultado que somos poco visibles de cara a la sociedad que no sabe el trabajo que realizamos”. Como punto positivo logrado tras la huelga queda una mayor unión del colectivo, como negativo; se creó una diferencia entre los Axentes dependiendo de “la conselleira a la que pertenezcas” añade José Ramón, cuyo mayor reto como presidente de APRAFOGA es intentar conseguir una asociación lo más fuerte y unida posible.
De la huelga realizada este verano lo que conseguimos de positivo el compromiso y la unión del colectivo producto del cual se lograron mejoras.
Con el tiempo veremos si la huelga y las protestas logran el reconocimiento de un gremio valorado y premiado por su labor pero que parece no contar con el apoyo de quienes deben respaldar su profesión.