En el día de la mujer trabajadora hablamos de ellas. Normalmente al hablar de los Agentes Forestales decimos que hay más de 6.000 en toda España pero no especificamos cuántas mujeres forman parte de este cuerpo.
En datos del 2018 había poco más de 400 mujeres trabajando codo con codo con sus compañeros para proteger el medio ambiente. Ellas se enfrentan a las mismas situaciones, a los mismos retos y en numerosas ocasiones, también al machismo.
Algunas cuentan como algo anecdótico cómo consiguieron un uniforme adecuado. Incluso el planteamiento de que utilizasen falda. Parece que hablamos del siglo pasado pero aún hoy en día a muchas de ellas no se refieren como Agentes o las Agentes sino como “la chica, la niña, la muchacha…”. La falta de respeto que viven de manera continua la enfrentan con dignidad y con las herramientas que han conseguido gracias a cursos de formación en los que han aprendido cómo hacerse escuchar cuando están trabajando. Una situación que se repite de manera alarmante es aquella en la que los ciudadanos prefieren dirigirse al compañero en vez de a ellas. No olvidemos que ambos ostentan el mismo nivel de Agentes de la autoridad.
En comunidades como en Galicia la falta de conciliación de la vida laboral y familiar y la tan pedida segunda actividad afecta por igual a hombres y a mujeres pero son éstas las que se ven más afectadas al no poder acogerse a ninguna medida de flexibilización, ni actividades compatibles con la gestación y la lactancia. Los horarios a turnos y la reducción de jornada conlleva la consiguiente reducción de retribuciones.
En cuanto a temas más íntimos que pueden influir en el trabajo hablamos de la menstruación. Ante la falta de un espacio adecuado para la higiene femenina una de las agentes fue expedientada por ir a su casa a cambiarse. Puede quedar como algo anecdótico del pasado pero no siempre ha habido baños ni condiciones apropiadas. Como cualquier trabajadora tienen derecho a unos mínimos de higiene y seguridad en el trabajo y en muchas ocasiones la labor que desempeñan entra en conflicto con las comodidades necesarias durante el período.
El hecho de que tienen que esforzarse más para que las tengan en cuenta es bastante recurrente aunque sí que sienten que cuentan más con ellas a la hora de participar en charlas de educación ambiental en colegios o en las visitas solidarias a hospitales.
Afortunadamente, aunque sean casos concretos, hay Agentes que trabajan como jefas de comarca, que no cuentan malas experiencias en el trato con sus compañeros ni en el día a día de su trabajo. Pero lamentablemente esta profesión no escapa a la significativa brecha que a día de hoy sigue afectando de manera desigual a las mujeres en su vida laboral, difícil de conciliar con la familiar y suponiendo una continua carrera de obstáculos.
Por ellas, por las que día a día cuidan nuestro medio ambiente, por las que representan a todo un gremio, por las que se preparan las oposiciones soñando con ser Agente Medioambiental. Por vosotras.